Historias de Ricardo

LA QUE PASA DESPUÉS DE UNA BOMBA


Ésta es una de mis historias más nuevas, quizá no sea muy creativa, pero ya que mi amiga Andrea se quedó sin escritora yo (Ricardo) tomaré el puesto de Erika.


CAPÍTULO I


Todo comenzó hace muchos años, estaba yo jugando en mi patio con mis amigos; todos estabamos divirtiéndonos cuando de repente nuestros papás nos llamaron rápidamente a entrar a nuestras casas. Desconcertados corrimos pues estaban apurados, cuando entré a la casa mis papás recogieron todas las latas de comida y mis tios me guiaron a un refugio subterráneo que yo no conocía, quedé impactado. Dentro de ese búnker había muchas computadoras con mapas y radáres extraños. Mis papás con trabajos me lograron decir que eran agentes del gobierno y nos refugiabamos pues detectaron un avión coreano que seguramente llevaba armamento nuclear, en ese entonces sonó una alarma con un gran ruido, mayor a cualquiera que yo hubiera oído en toda mi vida. Mi tio gritó... todos al piso, todos nos dejamos caer y sentimos un estremecedor temblor que al cabo de 1 hora cesó. Mi abuelo me explicó que probablemente esa fué una bomba nuclear y que no podríamos salir por lo menos en 1 semana, yo pensé "rayos no veré la televisión", pero a la vez estaba asustado me acordé de una revista que había leído, "la radiación te deja calvo y sin uñas" en ese momento mejor me puse a dormir pues de no haber sido así aún ahora estaría pensando en ese momento en que me pude haber quedado calvo; bueno, ese no es el tema. Al día siguiente me quedé mirando el radar, que al parecer era lo único que funcionaba, además de la radio, pero solo sonaba la estación 91.5 AM, que es la que más odiaba y sigo odiando, pero, tan siquiera mis papás tenían algunas revistas que me puse a leer; parecían la Biblia, tan solo era la portada y pesaban más de 5 kilos. En ese momento me puse a pensar que le habría pasado a la ciudad de Guadalajara, pues ahí vivían el resto de mis familiares, mejor no pensaría en eso más. Pasaron los días y estaba aburrido, no soportaría un día más; luego unas palabras milagrosas... "¡ya podemos salir!", fué lo mejor que pude haber oído en esa semana. Yo fuí el primero en abrir la compuerta, pero la sorpresa que me llevé... el pasto estaba seco, la tierra estéril y todo sin vida, prefería que me tragara la tierra, lamentablemente eso no fué posible. Tendríamos que esperar más tiempo bajo tierra, "demonios" saben lo odioso y tedioso que estar atrapado en un lugar y que tus papás para entretenerte digan los mismos chistes y adivinanzas cada 4 minutos.




CAPÍTULO II


Al parecer después de otros 6 días todo seguía igual de aburrido, solo que mis papás dejaron de contar chistes y se empezaron a preocupar por la falta de comida. A 15 días de estar encerrados, obviamente ya tiene que haber problemas de ese tipo, la única alternativa era devorarnos, es broma, mis papás tenían un acceso a un aeropuerto que según el radar no fué afectado para nada. Así que tomamos nuestras cosas, las maletas y partimos rápido caminando al aeropuerto que estaba a 5 kilómetros, al llegar mi abuela revisó si el avión tendría combustible, el lugar más cercano que fuera habitable podría ser Veracruz, dijo mi papá, así que partimos directo a esa ciudad. Duramos como 1 hora de vuelo, al aterrizar, la ciudad no se veía tan mal, todos las habitantes estaban bailando como si nada hubiera pasado en Guanajuato, decidimos unirnos, que al fin y el cabo habíamos estado encerrados, y era la oportunidad perfecta para desaburrirnos. Bailamos durante toda la noche y llegamos a un hotel, al encender el televisor en el canal de las noticias vimos algo impactante,  ¡NOS BUSCABAN DE FUGITIVOS!; intentamos razonar una razón por la cual nos consideraban fugitivos, en ese momento, se oyó que nos acusaban de haber lanzado una bomba nuclear sobre aquella ciudad que en ese momento ya era historia. Mis familiares planearon un escape vía Latinoamérica, primero a Guatemala, luego Panamá, Colombia, Perú, Argentina y finalmente terminar en la Antártida. Yo pensé "que plan tan tonto", como terminar la ruta en la ANTÁRTIDA, el lugar más frío del planeta. Eso me puso a pensar, porque a ese inhabitable y no otro como Brasil o China. Pero bueno que puede hacer un niño en tales situaciones tan difíciles, los adultos nunca nos hicieron ni jamás, JAMÁS lo harán.


CAPÍTULO III


Al día siguiente comenzamos la travesía más grande para mí en ese entonces, y a la vez la más larga, pue en autobús las horas no pasan, al contrario; " en autobús parecen días, ¿por que los humanos no volamos?", pero la respuesta era tan lógica como la pregunta. Al llegar a Guatemala (al fin), el policía de entrada nos miró muy raro, sentimos que casi nos descubría, al final nos dejó pasar, y en temor a eso huimos de ahí lo más rápido posible, pues no podíamos arriesgarnos. Los paisajes eran realmente increíbles, cascadas y selva, y eso se repitió por toda la ruta del camino hasta que llegamos a Argentina donde... ¡había militares buscándonos!, la única manera de pasar era en un submarino, entre todos llevabamos como 10000 dólares, sorprendente ¿no?. Bueno buscamos en tiendas y después de un tiempo rentamos un submarino, (por supuesto que no lo íbamos a devolver), y partimos al océano Atlántico en donde era tan inmenso y aburrido mirar a los peces y los arrecifes que me eché a dormir, horas después mi abuelo sorprendido me levantó de mi sueño y vi algo sorprendente, yo aún pienso que era la ATLÁNTIDA, pues era una ciudad rodeada por una enorme burbuja que no tiene comparación. Bueno al parecer los habitantes de esa hermosa megápolis no nos querían cerca, pues vimos un pequeño rayo de luz que apuntó directo al submarino. Así que no quedaba otro remedio más que escapar, horas después de huir el radar dejó de funcionar con lo que quedamos varados.


CAPÍTULO IV


Que se podría hacer en aquella y bizarra situación, quizá la respuesta era esperar, pero mi tio impacientemente dirigió el timón de la nave a un punto al azar. Al pasar unos cuantos días sentimos un pequeño sismo, abrimos la escotilla y estábamos en tierra firme. "Aleluya"-pensé, por fin podré pararme y respirar aire fresco; fué en ese momenro que caí desmayado (según mis papás), al despertar lo primero que ví fué la playa, salí a dar un paseo por la orilla y vi un extraño objeto metálico, me acerqué y fué entonces que vi que ese objeto era un rayo de esperanza. En la parte de atrás de aquel objeto ví unas pequeñas siglas, al reconocerlas grité lo más fuerte que pude, "¡GPS!, estamos salvados", corrí directo a la cueva en donde desperté, llamé a mis familiares y lo encendimos. Fué un gran momento, duró 1 minuto y luego... "¡Qué!", gritamos a coro, "estamos de nuevo en México", ese fué a la vez un momento decepcionante, lo bueno es que terminamos muy lejos de Veracruz, al parecer estabamos en la costa de Playa del Carmen o Cozumel, no se podía distinguir muy bien en aquel pequeño mapa. Yo ya me había rendido, harto de navegar sin rumbo, para haber terminado en el mismo país. Esa es muchísima mala suerte, casi imposible, "eso es una gran mentira"-pensé, como puede pasarle eso a una persona inocente. Después de obtener algo de comida partimos al sur, pues teníamos un plan de llegar a Guadalajara a pedir ayuda a nuestros otros familiares.